Mis instintos no suelen fallar. Mezcla de tripas y de
conocimiento empírico, soy capaz de leer en las caras el dolor que me van a
provocar. La tuya me hace gritar. Jodido, ¿verdad? Y sin embargo no puedo
apartar mis ojos de ella. Al igual que mis instintos me avisan también me hacen
ignorar el peligro. Será que me provocas tendencias suicidas cuando me miras. Supongo
que siempre me ha gustado el riesgo, lamer el filo de la navaja y comprobar en
el espejo si he partido mi lengua en dos. Algo así es besarte. A veces lo hago
con los ojos abiertos, intentando atrapar cada finito instante de tu piel
contra mi piel en una jaula de recuerdos. A veces te observo y me pregunto
cuánto vas a aguantar. Cuánto de ti me queda hasta que tenga que volver a
borrar otro rastro de huellas pisada en mi vida. ‘’Es perfecta’’, pienso. Tú te
giras y descubres mis ojos, y sonríes. ‘’ ¿Qué?’’ me llamas. ‘’Nada’’ cuando
realmente quiero decir ‘’todo’’. Que te beso como si cada vez fueras mi última
cena. Pero ya lo he dicho antes. Es ese riesgo el que me empuja, el que me late
cuando estás conmigo. Será que me gusta que me hagan daño. Será que hay gente
que ha sido hecha para encontrarse y despedazarse. Tus esquinas encajan con mis
aberturas y cuanto más te acerco más te clavas, y la sangre manando. Será que
yo no puedo amar de otra manera. Pero es sentir tu respiración y me dan ganas
de aprender tu idioma para así entiendas mi querer. Y me dicen que no te
idealice. Cómo coño no voy a hacerlo si me recuerdas tanto a las partes que me
gustan de mí. Que se jodan. Cavaré mi propia tumba en tu vientre y dejare que
me dispares en la frente desde tu pedestal de mármol. Lo único esta vez que sea
a matar. Me recuerdas al motivo que me hizo empezar a dibujar. Más de lo mismo.
Lo de siempre. Sigo sin cambiar. Sólo puedo esperar que tú seas diferente. Pero
eso ya lo pensé antes. Nunca cometo el mismo error dos veces; pero, oh dios hay
tantos errores para cometer. Cometerte es un vicio que me mantiene despierto,
mis ojeras son las marcas de tus pulgares y mis versos nunca han sonado tan
cutres como cuando intento hablarles de ti. Cómo hablar de algo tan sutil. Comerte
para luego sufrir el hambre de no tenerte, bailar en tus pupilas para caer al
suelo cuando se vaya tu luz. Pecar para poder confesarlo; pero qué pecado. Que
todo lo que escribo sobre ti me suena a poesía, y te juro que a mí nunca me
cuadraron bien las estructuras. Me gustaría preguntarle a Lorca a ver qué coño
opina de tus ojos.
No te equivoques. Que ninguno de vosotros se atreva a
confundir mis palabras. Esto no es un lamento. Esto no son los lloros de un
corazón destrozado que busca el entendimiento de aquellos abatidos por el amor.
No. Son ya demasiados golpes para que me goteen las lágrimas. Sólo son palabras
hermosas camuflando la verdad del piano en mis tripas. Hola. Sé que me vas a
joder. Así que date prisa y acaba cuanto antes, que no quiero perder más el
tiempo.
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