domingo, 24 de diciembre de 2017

Por si te caes


¿Quieres morderme? Hazlo. No me moveré. Iré rellenando los pedazos que me quites con tierra del suelo. ¿Quieres bailar? Yo te haré dar vueltas rodeada de risas; aunque no haya música, aunque no haya ningún ritmo que seguir. ¿Quieres que te mienta? Pondré tus palabras en mi boca para hacer brotar tus sonrisas. Porque sabes que sólo te hace falta una voz para que me levante, y alce mi escudo entre tú y el resto del mundo; sin importar que lluevan piedras, seguiré inmóvil, sintiendo cómo la madera cruje y se agrieta.

Que yo mismo he cerrado los grilletes alrededor de mis muñecas. Que tú nunca me pediste que lo hiciera.

¿Quieres estar con ese gilipollas? Bien. Fóllatelo. Hazlo ligera, alegre, sonriente y confusa, sin saber qué es lo que realmente quieres. Porque te has dado cuenta de que da igual lo que hagas, da igual lo que rompas, o las veces que te lances contra el borde de la carretera; siempre voy a recogerte, a comerme el golpe. Secar tus lágrimas y lamer tus heridas, robar todas las vendas que necesites… ¿Es eso lo que quieres? ¿Es eso lo que vas a pedirme? O tal vez me supliques que todo acabe. Que hunda mis dedos en tu garganta, y haga más fácil el dejar de respirar.

Porque tenía que ser de esta manera. Por cómo eres, por cómo soy. Por esa atracción que me provocas sin querer y que no puedes evitar, y que no puedo ignorar. Y así, entramos en ese bucle, en ese juego de principio y final entrelazados; corremos por el interior de un oscuro pasillo que se muerde la cola.

Tú delante, sin volver la cabeza. Yo detrás, por si te caes.






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