domingo, 24 de diciembre de 2017

Puro vicio


Tenemos el vicio en los huesos. Ha roído por dentro una cavidad a la que llama hogar. Es parte de nosotros como lo es un brazo, como lo es la sangre. Esa misma que envenena, que altera, hasta hacerla bullir y sonrojar nuestras mejillas.  Ese vicio que nos corroe por dentro. Vicio. De ponernos a volar. De leer versos duros. De hacernos sangrar con hojas de papel. De drogarnos, basta y suciamente, con cualquier basura vestida en plástico transparente. Leer borrachos, cantar  a la luna, corretear por los tejados como gatos en celo. Probar el rojo de nuestras venas, y bebernos despacio, para sonreír con los dientes escarlatas. Eres puro vicio. Me enganchas como nada, estás bajo mi piel y entre mis pestañas, haces que todo tenga un brillo especial. Como si le hubieras prendido fuego a mis retinas, todo parece más brillante que nunca.

De diseño o natural. De interior o crecida a la intemperie de los besos del aire. En lata o botella. Rubia o morena. Con filtro o sin él. De contrabando o legal. A pelo o en cubata. Ya no importa. No importa que te apagues, porque volveré a encenderte, que nunca voy a dejarte, que nunca voy a cambiar. Que andas enredada en mis venas, jugando a reina del mundo. Vicio. Y aunque ambos sabemos que al final me ganarás la carrera, que no podré mantener tu ritmo, cuando me desplome en el suelo y tú me mires desde arriba, no me quejaré. No te lo echaré en cara. No maldeciré tu nombre. Sólo diré: Lo hemos pasado bien.

Puro

Vicio

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