Tenemos el vicio en los huesos. Ha roído por dentro una
cavidad a la que llama hogar. Es parte de nosotros como lo es un brazo, como lo
es la sangre. Esa misma que envenena, que altera, hasta hacerla bullir y
sonrojar nuestras mejillas. Ese vicio
que nos corroe por dentro. Vicio. De ponernos a volar. De leer versos duros. De
hacernos sangrar con hojas de papel. De drogarnos, basta y suciamente, con
cualquier basura vestida en plástico transparente. Leer borrachos, cantar a la luna, corretear por los tejados como
gatos en celo. Probar el rojo de nuestras venas, y bebernos despacio, para
sonreír con los dientes escarlatas. Eres puro vicio. Me enganchas como nada,
estás bajo mi piel y entre mis pestañas, haces que todo tenga un brillo
especial. Como si le hubieras prendido fuego a mis retinas, todo parece más
brillante que nunca.
De diseño o natural. De interior o crecida a la intemperie
de los besos del aire. En lata o botella. Rubia o morena. Con filtro o sin él.
De contrabando o legal. A pelo o en cubata. Ya no importa. No importa que te
apagues, porque volveré a encenderte, que nunca voy a dejarte, que nunca voy a
cambiar. Que andas enredada en mis venas, jugando a reina del mundo. Vicio. Y
aunque ambos sabemos que al final me ganarás la carrera, que no podré mantener
tu ritmo, cuando me desplome en el suelo y tú me mires desde arriba, no me
quejaré. No te lo echaré en cara. No maldeciré tu nombre. Sólo diré: Lo hemos
pasado bien.
Puro
Vicio
No hay comentarios:
Publicar un comentario