lunes, 19 de marzo de 2018

Texto absurdo


¿Sabes ese momento en el que vas tan pedo, que quieres mear como si tuvieras fuego en la vejiga, pero vas tan jodidamente pedo que no te encuentras la bragueta?
Con esto qué quiero deciros. Buena pregunta. Pero una mejor sería… ¿De verdad quiero deciros algo? ¿De verdad estás leyendo esto esperando hallar algún tipo de catarsis mental de tanto conocimiento absorbido por tu joven mente? No. De forma que esta fuera de lugar pensar que mi prosa es vacua, porque no estamos hablando de retórica. No todo tiene que venirte envuelto en papel dorado, no todas las obras de arte están vigiladas las 24h en museos. Eso es lo que más me gusta del arte, que un gilipollas puede pagar 20 millones por un cuadro de Jean Miró (mi eterno archienemigo), mientras que un notas en Instagram te regala sus obras sin pedirte ni un triste like a cambio. Quién es mejor lo juzgo yo, o tú, o quienquiera que esté contemplando las obras. Para mí, Egon Schielle masturbándose (sí, ese cuadro autoretratonanístico existe) es una puta obra de arte, pero dudo que nadie lo quiera en su salón. Banksy dibuja Beefeaters (el guardia, no la ginebra; que nos conocemos) meando en la calle, y para algunos eso es grandioso. No para los guardias británicos ni para la corona creo yo, pero sigue siendo arte, arte que hoy en día puedes comprar, pero la idea ahí queda ¿no? La mierda que hizo Calatrava en mi ciudad creo que hay quien la considera arte. Yo he meado ahí. Es una suave forma de demostrar que no estoy para nada de acuerdo con la concepción artística del tipo, y sí que tengo serias dudas sobre el buen término de su propia concepción. Para mí que se le resbaló de las manos a la matrona. Así que lo ve todo con tanta curva. John Frusciante hasta el ojete de heroína me hace sentir por dentro un dolor descarnado e intenso, pero no puedo llegar al final de los ocho minutos de canción que es Enter the ah uh porque me da un ictus. Así que con ese tengo algo más de duda. Dani Martín en cambio me fascina únicamente porque sigue vivo. Al igual que Munmford and Sons son una maravillosa sorpresa de leñadores con instinto musical. Ah! Que no cortan árboles. Sólo se dejan barba y llevan las camisas a cuadros con botas de monte porque les mola. Pa hacerme el xulo. Ese niño sí que es un referente. Un libro de Bukowski tiene más sexo explícito que la saga entera de Cincuenta Sombras de Gray, y desde luego da mucho más asco, a veces. Pero he oído de gente que se toca con sus poemas. Deben ser buenos porque la mujer en cuestión es una niña pija de Getxo. De esas que te la tiras y sales sintiéndote de derechas. Que luego lees a GGM (va incultos buscadlo en twitter) y te cagas en los pantalones, y esa mierda colgando por tu pierna es algo a nivel mundial. Como lo de Obama; osea, como es negro le damos un premio Nobel a la Paz, para que luego bombardee Siria. Lo mismo lo de Bob Dylan. En fin. Lees a Rulfo y te da por pensar si estás vivo, o todo es una paranoia esquizoide; Paul Auster  se hace denso como una natilla caducada (fue una mañana post-fiesta en la que apenas teníamos nada en la nevera excepto unas barritas de pescado y un par de natillas. Las desayunamos con un Voll-Damm) pero te mete conocimiento empírico de la vida por un tubo, así que ese sí lo recomiendo. Eduardo Laga sigue intentando aprender a usar los guiones. Saquespeare, y lo digo así porque sólo he leído sus obras traducidas, es un tipo con un par de complejos bastante tochos en cuanto al suicidio y lo que sería casar a preadolescentes. Pero no consiguió transmitirme mucho más. Lo siento tito Hamlet. En cambio si tiramos a lo clásico Homero (el griego, no el amarillo) sí que consiguió hacerme pensar, entre estructura hecha repetitiva e interpelaciones comenzando por un ‘’Oh! Zeus!’’ Que si cada vez que quiero soltar una tontería tengo que exclamar Oh!, Ah!  O alguna gilipollez así se me van las ganas de hablar. Pero eso por la época era arte. Todo es arte, todo puede ser arte. Como Ulises de James Joyce, un libro que viene con su propio manual de lectura porque o la población en general es gilipollas y no sabe leerlo, o tú James querido mío tienes algún jodido problema. Luego esta Kristen Steward. Ah, no. Que los libros esos no los escribió ella. No sé cómo se llama esa mujer. Da igual, para la mierda que son pues mejor vivir en la ignorancia, como hace ella. Libros basura que únicamente exploran el punto de vista de una niña depresiva e inmadura de quince años a cerca del amor. Eso no es amor, princesa. Eso que describes apenas puede catalogarse de encoñamiento. Que no sé muy bien qué cojones te piensas tú de la vida, que lo del amor es algo de ir por la calle y en una parada de autobús la preciosa chica de delante se deja el paraguas y tú vas a dárselo y tenéis un flechazo ahí mismo. No querida. No funciona así. Generalmente primero viene el sexo. O si eres un impúbico adolescente pues lo más cerca que vayas a poder estar, véase liarse o manosearse. Es esa primera excitación sexual la que después se convierte en amor. Primero un polvo. Pero eso no lo comentas en tu libro, ¿Eh? Mejor seguir creyendo en hadas y principitos mágicos, que esa mierda vende más. Como Jennifer Lawrence. En algún momento se cansará de poner cara de intensidad, o de enfado. Parece que sus papeles son siempre la misma chica adolescente enfadada con el mundo que luego llega a casa y se corta en el baño. Perdón, que eso tampoco vende. Eso tampoco queda bien. El cáncer sí. De eso podemos hacer libros de amor. Pero un cáncer que mantenga guapa a la gente, ¿Vale? Enplan, con pelo y así. Y la piel tersa. Y que estén follables. ¿A que sí, John Green? Eso sí que vende. No escuálidas personas destrozadas por la quimio, en camas de hospital. La gente sin pelo sólo nos sirve como actores secundarios. A todos los protagonistas de las pelis de acción, todos esos ‘’tipos duros’’ se les ha muerto la esposa. O la madre. O el padre. Eso queda bien. ¡Oh! Pobre chico…Que dura y solitaria tuvo que ser su vida, mira cómo clava sus ojos en el atardecer, con la mente absorta en profundas abstracciones a cerca de la vicisitud que es el vivir, y la fragilidad de la existencia humana… Eso queda súper dramático. Pero no vamos a hablar de los adolescentes que se meten heroína porque su madre está muerta y nunca lo han podido superar. O de sus más abundantes contrapartidas, los que a pesar de que su madre muriera de leucemia cuando tenían ocho años, llevan una puta vida normal como todo el mundo. Porque la cosa va así. Tu madre se muere, bien, felicidades. Sigues necesitando estudios, carrera, trabajo, coche, un móvil nuevo, Instagram, ropa y batidos en Starbucks. No sé qué cojones se cree la gente. Les encanta imaginarse dramas, y crear personajes que van por ahí con el ceño fruncido y actitud de ‘’me la suda todo, tío; la vida es una mierda, colega’’. Porque eso vende. A la gente le gusta ese tipo de morbo. Me pone jodidamente enfermo. Como cuando alguien ve un cuadro de Van Gogh, y dice: Este hombre tenía un don. No. Tenía esquizofrenia, tenía alcoholismo, tenía una vida miserable. Pero tú solo ves un cuadro con colorines que sabes que es bueno porque te lo han dicho. Nadie habla de que Mozart murió en la miseria, enterrado en una jodida fosa común después de componer Réquiem, la cual sigue sonando en los conservatorios. Dirás; ‘’Era un hombre adelantado a su tiempo…’’ Y una mierda. No existe eso. Si naces en una época tienes el conocimiento que esa sociedad ha ido arrastrando, lo que hagas con él es cosa tuya. Y luego ese conocimiento que tú has proporcionado será a su vez arrastrado por la marea de los años, los siglos, las épocas. La mierda la hay en todas ellas. Como Dolores Redondo. No sé cuántos vascos más va a matar hasta que se le agote el chollo de las novelas negras. Que no hay nada más jodidamente tópico en la literatura de este país que un puto asesinato en un pueblo. Pero claro, Nada es lo que parece…Déjame adivinar vas a meter un plot-twist en las últimas veinte páginas del libro. Qué innovador. Así sí que consigues mantenerme en tensión. Por favor, si puede ser que sea tan chorra como los Asesinatos en la Rue Morgue de Edgar Allan Poe. Yo al menos me descojonaba con esos porque resultaba que al final el asesino era un puto chimpancé. Que manda huevos tragarse cien páginas para un final así, pero al menos tenía la dignidad de ir de frente, sin mentiras.

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